En ocasiones nos proponemos la tarea de escribir un post al día en nuestro blog, o de escribir un relato a la semana, o 10 páginas de nuestro libro en un día, pero no se nos ocurre nada que merezca la pena, o no tenemos ideas. En otras ocasiones, una simple frase que hemos escuchado, un nombre o algo que nos ha contado un amigo, puede disparar nuestra creatividad.
La inspiración es algo muy cambiante, muy volátil y que aparece y desaparece sin darnos cuenta. Pero cuando escribir es un trabajo, es necesario utilizar algunas técnicas para lograr tener ideas y poder plasmarlas para que nuestra página debe de estar en blanco. Por ese motivo, a continuación, os propongo algunas sugerencias para ese momento de falta de inspiración que todos tenemos:
Observa y escucha.
Estar delante del ordenador sin saber qué escribir, es algo que bloquea de por sí. Por lo que, si estás en esa situación, no se te ocurre nada y todo lo que escribes lo borras, sal a la calle. Pero no se trata de salir y seguir dando vueltas a las ideas, sino de salir y observar, mira cómo está el cielo, cómo se mueve la gente, y sobre todo escucha, de qué hablan las personas, qué te cuentan sin decir nada, qué te sugiere una mirada, un olor, el tacto de la calle, de sus esquinas y rincones.
Aprende a ser muy curioso.
La curiosidad es esencial para cualquier escritor. Hazte preguntas sobre todas las ideas que ronden por tu mente, y si te cuentan algo que te interesa, pregunta todo lo que se te ocurra. Cualquier frase, palabra, anécdota, por pequeña que sea puede dar lugar al inicio de una gran historia.
Vete al cine, al teatro, al parque, a cenar, a un concierto, a pasear, a montar en bici, lo que sea necesario para que el motor de tu creatividad se ponga en marcha.
“Cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando”.
-Pablo Picasso-
Sueña.
A veces descansar, dejar volar nuestra imaginación es una buena forma de que surjan ideas. A todos nos ha ocurrido que durante el sueño, se nos ocurren ideas, que al final pueden ser buenas o no. Por lo tanto, descansa, deja volar tu imaginación, recuerda y todo lo que se te ocurra por muy loco que parezca escríbelo, nunca se sabe el momento en el que podrá ser útil.
Indaga en tu propia vida.
Comienza a recordar aspectos de tu vida que sean interesantes, cosas que te contaba tu abuelo, anécdotas familiares, circunstancias que hayas vivido que fueron emocionantes. Recuerda cómo te sentiste, cómo olía, qué escuchaste y escribe, no es necesario que lo que escribas tenga una coherencia, se trata de generar ideas que pueden ser interesantes.
«En la cama ocurre lo mejor de la vida: el nacimiento, el amor, la escritura y la muerte.”
-Jaime Sabines-
Sé valiente.
A veces no escribimos cosas porque nos da vergüenza, porque nos hace daño recordar, pero la escritura consiste en buscar en lo más hondo de ti y sacar a la luz lo que hay, una vez que queda escrito pasa a ser ficción, pero esa forma de encogerse el corazón, se la transmitirás al lector y lo sentirá. Si tu piel se eriza al escribir algo que te hace sentir en lo más hondo de tu alma, el lector lo notará en cada una de tus palabras. Siente la emoción de contarle a otras personas quién eres y deja que las letras encuentren su lugar para expresar esa emoción.
“Es mío el universo aunque tenga la cartera vacía porque tengo el bolsillo lleno de sueños.”
-Charles Bukowski-
Foto: Ryan McGuire