“La grande bellezza” – Paolo Sorrentino

colosseo la grande bellezza

Por fin he visto “La grande bellezza” y necesito escribir sobre ella. Es una de esas películas que intento ver varias veces, pero me duermo o pierdo el hilo. Y es curioso, pero cuando me pasa algo así con una película o con un libro, que empiezo varias veces y no continúo, suele haber algo extraordinario esperándome, algo que me sorprenderá, me atrapará, y que no podré olvidar.

Una vez más, así ha sido. No quiero hacer una crítica de esta película, para eso están los expertos, solo quiero contaros las sensaciones que me ha provocado y todas las reflexiones que he hecho y que creo que la película plantea.

Hay un personaje en la película que no habla, pero que tiene tanta fuerza y belleza que se convierte en protagonista: la ciudad de Roma. Por diversos motivos, entre otros, porque estudié en el Liceo Italiano, Roma me enamora, pero la Roma que muestra Sorrentino es una Roma secreta, que yo desconocía, de palacios a la luz de la luna, de fiestas en azoteas con vistas al Colosseo, de jardines privados.

Es una película con muchos personajes que giran alrededor de Jepp Gambardella, un hombre de 65 años acostumbrado al lujo y a una vida superficial. La crítica social a esa superficialidad recorre toda la película al mostrar las fiestas con todo tipo de excentricidades, el lujo de las casas, la frivolidad en la forma de pensar de los personajes…

Hay varias escenas que me encantan por las palabras y por la belleza que desprenden. La primera es la escena en la que Jepp Gambardella está en el balcón de la casa de la mujer con la que se acaba de acostar y se escuchan sus palabras: “El descubrimiento más grande que hice al cumplir los 65 años fue que no quería perder el tiempo haciendo cosas que no quiero hacer”. A continuación, la mujer va a buscarle a la habitación para enseñarle una cosa en el ordenador, pero el ya camina por las oscuras calles de Roma.

La segunda escena que he visto ya mil veces es la de la terraza de la casa de Gambardella llena de flamencos. Roma está despertando bajo un cielo azul y rosa. La monja Sor María, le pregunta a Jepp “¿Por qué no ha vuelto a escribir un libro?” y él responde “Buscaba la gran belleza, pero aun no la he encontrado”. Y lo dice ante una imagen preciosa de Roma amaneciendo y flamencos descansando en una terraza sobre el Colosseo.

Lo que más me gusta de la película es que a pesar de mostrarnos la frivolidad de una alta sociedad romana anclada en divertirse sin más, nos deja ver como detrás de todo ese lujo hay mucha soledad. “La grande bellezza” hace honor a su título porque transmite belleza en muchos sentidos: las imágenes, la música, las palabras. Pero a la vez nos habla de tristeza, de muerte, de soledad y de personas que, a pesar de las apariencias, no son felices.

Ahora “La grande bellezza” se ha convertido en una de esas películas que no me canso de ver y sobre la que podría tener conversaciones de horas.

¿La habéis visto? ¿Qué os pareció?

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