Taiga es una palabra rusa que define un territorio inhabitado cubierto de vastos bosques con temperaturas de 19 grados en verano y hasta -30 en invierno. Pero Taiga también es el libro de poesía, editado por Ediciones Liliputienses y escrito por Andi Nachon, que se presentó en Nakama Lib el sábado pasado.
Es un libro que transmite un mundo habitado por señoras y sus hijas, mineros, amigas, niños, ballenas, constelaciones, arbustos, lagos, luciérnagas, y sobre todo una gran dosis de imaginación y emoción.
En la presentación Mercedes Cebrián habló de Taiga, pero sobre todo se centró en darnos a conocer a Andi Nachon, a sus largos versos, al arrullo de sus poemas, a las nenas los yoes y los vos presentes en Taiga. Es una poesía que nunca se puede capturar del todo, que deja un hueco para que el lector la termine de componer en su mente.
Andi escribe desde lo que conoce y recibe influencia de la música, de la literatura, de la cultura en general, y sobre todo de las emociones que rezuman en cada palabra y en cada uno de los poemas que nos leyó. Una expedición al Ártico en la que se tuvieron que alimentar de los perros, le sirve para dar forma a uno de los poemas finales del libro «Ártico», los viajes en autobús inspiran otro de sus poemas «Las fiestas del mañana».
Leyendo los versos de Andi nos damos cuenta de que hay poetas que escriben siempre desde su casa, desde ese pequeño universo de cuatro paredes con sus lámparas, sus sofás sus ventanas, pero ella escribe desde un autobús, desde debajo del agua, desde dentro de una mina y siempre con corazón y desde lo que conoce. Ahora ya sabemos que los poetas son de fiar.
Taiga
Me hablabas de la lentitud del perezoso en la rama
su extremada
levedad entre un invervalo y otro
-de la quietud al movimiento-yo
dormía imaginando
el dibujo trazado por las garras.