Coaching para escritores

coaching para escritores

Hace poco vi a una persona en Linkedin que se dedicaba a coaching para escritores. Esa profesión tan específica me hizo recordar que yo pasé por dos procesos de coaching individual y uno de equipo, para darme cuenta de que quería dedicarme a escribir y no quería estar en el despachos de abogados en el que estaba (aunque fuera mi propio despacho, eso era lo de menos).

El coaching la verdad es que es divertido y difícil a partes iguales. Lo primero que te van a pedir en un proceso de coaching es que fijes un objetivo y entonces en mi caso comencé a decir cosas absurdas que escondían lo que realmente quería: “más tiempo para mí misma”, “poder salir antes de trabajar”, “tener más tiempo libre” “dedicarme a algo relacionado con las antigüedades”. Toda una serie de «objetivos» que desde luego no ponían una sonrisa en mi cara.

Hasta que un día entré en mi despacho tras un juicio horrible y pensé: “Yo no quiero estar aquí”. Pero para llegar a esa frase tardé como tres meses. Sabía que había algo que no me cuadraba, pero no era capaz de admitir qué era. Es decir, estaba aterrorizada.

La segunda etapa en un proceso de coaching es diseñar tu plan de acción, es decir, todas aquellas tareas que tienes que realizar para llegar a tu objetivo. Esta parte es fácil porque coges un papel y vas planeando todas las cosas molonas que tienes que hacer para llegar a dedicarte a escribir: asistir a presentaciones de libros, buscar colaboraciones para escribir, relacionarte con editores y escritores, apuntarte a un curso de escritura creativa etc.

Lo difícil viene en el tercer paso: ejecutar tu plan de acción. En mi caso comenzó con la comunicación a mis socios de que me quería ir de un despacho que había fundado yo con ellos dos hacía doce años y que me motivaba entre cero y menos cien. En eso tardé casi seis meses y fue horrible, porque ellos sospechaban lo que ocurría y yo no era capaz de hablar.

Como todas las cosas que nos da miedo hacer, al final no fue tan horrible, y lo pasé peor con la incertidumbre que se generó después de hablar con mis socios. Lloré todo lo que se puede llorar cuando ves que tu decisión va a afectar a otras personas, pero a la vez te das cuenta de que es una cuestión de felicidad personal.

Cada una de las acciones que tienes que llevar a cabo para ejecutar el plan de acción son difíciles y requieren mucho esfuerzo, pero es importante pensar en tu objetivo porque de esa forma no perderás la motivación. Un ejercicio que me ayudó mucho es escribir en una hoja sobre mi situación cinco años después si seguía en mi despacho trabajando de abogado, y escribir en otra hoja sobre mi situación cinco años después si me dedicaba a escribir. Era comparar el infierno con el cielo, nada que ver.

La última etapa consiste en medir resultados, es decir, ver qué vas consiguiendo a lo largo del tiempo y cotejar si debes hacer correcciones o incluso modificar tu objetivo en algún aspecto, aunque sea ligeramente. El tiempo te irá dando pistas.

Lo importante es no perder el foco y confiar en ti mismo. Creo firmemente que cuando alguien hace lo que le apasiona, es imparable.

 

 

 

Te puede interesar

Ir al contenido